Ya sea que tengás un antojos, ansiedad o hambre, comer impulsivamente es una de las causas más comunes por las que tu meta de perder peso se vuelve difícil, afectando directamente la digestión, entre otros aspectos físicos y mentales.
Acá te contamos cómo es posible mantenerte saciado, controlar el apetito sin sacrificar la comida:
- Vaso de agua: tomá un vaso de agua media hora antes de comer para que se active el sistema digestivo y se asimilen mejor los alimentos. Esto va a quitarte un poco el hambre y no llegarás a comer como si fuese el último plato de tu vida.
- Comé despacio: masticá la comida, sentí su sabor y disfrutá lo que estás comiendo.
- Cambiá de platos: así de fácil podés engañar al cerebro. Si te servís en platos más pequeños, se verán llenos y parecerá que estás comiendo demasiado.
- Comé alimentos que llenen: las frutas, los vegetales, los cereales, las semillas, los frutos secos y las algas contienen fibra; incluilos en las comidas porque de paso son alimentos que producen saciedad.
- Comé caliente: no dejés que la comida se te enfríe, está comprobado que comer caliente o tibio envían señales de saciedad al cerebro, calmando el apetito y evitando repetir.
- Hacé las 5 comidas: desayuno, merienda, almuerzo, merienda y cena. No se trata de picar entre comidas, sino repartir en 5 lo que requerís en el día.
- Infusiones: aplacan el hambre, tranquilizan y cuidan tu peso, entre ellas, te recomendamos la valeriana, pasiflora, flor de azahar y melisa.