19 septiembre, 2023
Bienestar
Existen muchos tipos de protocolos de alimentación, pero no todos son adecuados cuando se pretende mejorar el estado de salud. Lo mejor siempre es optar por un patrón lo más variado y equilibrado posible.
La aplicación médica de la dieta líquida tiene que ver con el proceso de recuperación de un problema intestinal. Esta se utiliza normalmente para reintroducir la pauta normal tras un periodo de gastroenteritis, con el objetivo de facilitar la digestión y evitar vómitos que condicionen el aporte de nutrientes.
Acá te hablaremos de los principales riesgos de plantear una dieta líquida a medio plazo. No pasará nada por ponerla en práctica durante unos días, sobre todo si así lo indica el médico, pero la idea será volver lo antes posible a una pauta de alimentación sólida normal.
El aporte de proteínas de las dietas líquidas es muy escaso. Estos nutrientes son indispensables para conseguir mantener un buen estado de salud. Es necesario asegurar una ingesta proteica diaria superior a 0,8 gramos de proteína por kilo de peso corporal en personas que no hacen ejercicio.
Cuando las dietas líquidas se ponen en marcha con el objetivo de bajar de peso, es muy probable que se experimente un marcado efecto rebote. Al implementarla, primero se consigue reducir kilos debido al elevado déficit energético.
Sin embargo, esta pauta se vuelve insostenible con el paso del tiempo. Llega un momento en el que aparece la ansiedad y la persona vuelve a comer más que al principio.
El tracto intestinal está preparado para digerir alimentos sólidos. Para ello, produce una serie de enzimas encargadas de disolver o romper ciertas estructuras, con el objetivo de aprovechar todos los nutrientes. Si durante un tiempo solo se administran líquidos, puede que la capacidad para sintetizar esas enzimas se reduzca, lo que condicionará negativamente las digestiones posteriores.