19 abril, 2023
Blog
La sandía es un fruto ovalado o de forma esférica de dimensiones considerables. Su cáscara varía de color, desde el verde pálido al oscuro, a veces tiene franjas de dos tonalidades de verde. La pulpa normalmente es de color rojo intenso, rosado o amarillo y contiene múltiples pepitas en su interior, aunque algunas variedades no presentan estas semillas.
Cruje en la boca y esta se llena de un líquido dulce de aroma inconfundible. Es un alimento para degustar, pero sobre todo para saciarse. Proporciona una buena dosis de agua, pero acompañada de nutrientes y sustancias beneficiosas sorprendentes que prácticamente solo se hallan en la sandía.
Es una fruta con un altísimo contenido en agua lo que la convierte en una fruta excelente para calmar la sed.
Proporciona una dosis baja de energía, por lo que puede utilizarse en dosis generosas en cualquier tipo de dieta hipocalórica. Aporta una cantidad discreta de vitamina C, pero para cubrir el 20% de las necesidades diarias de esta vitamina basta consumir solo 45 calorías, gracias a la abundante agua que contiene esta fruta.
También es una fuente de betacaroteno o provitamina A. Las variedades amarillas contienen una concentración mayor, pero una ración de 200 g de sandía roja (una tajada) aporta 605 mcg, que representan el 23% de las necesidades diarias de vitamina A.
El efecto del betacaroteno en este sentido se multiplica al combinarse con el licopeno. En 100 g de sandía hay 4.532 mcg de licopeno. También hay que sumar el efecto antiinflamotorio del triterpeno cucurbitacina E.
Contiene también vitaminas E y del grupo B. Cabe destacar su contenido en calcio, modesto pero interesante, y lo mismo se puede decir del hierro.
El aporte de magnesio y potasio explica las virtudes de esta fruta para reponer pérdidas de sales minerales. Contiene poca fibra y sus grasas son ínfimas.