Comer es indispensable para la vida, por eso el organismo ha desarrollado mecanismos especiales para proveerse de la energía y de los nutrientes necesarios.

El control de lo que comemos lo tiene el cerebro, específicamente en un conjunto de sistemas orgánicos que envían señales de diferente naturaleza al hipotálamo, el cual se localiza con cinco núcleos interconectados que intervienen en la regulación del apetito.

La forma de comer, el hábito alimenticio genera una gratificación sensorial que activa el sistema de recompensa del cerebro. Si bien existen interacciones entre las señales del cerebro y los mecanismos de control metabólico, la decisión de comer depende de una opción personal que puede conducir a desequilibrios alimentarios.

Acá te dejamos algunos consejos para que no comás si no tenés hambre:

• Respirá y analizá: reflexioná si realmente tenés hambre o si existe algo que te genere ansiedad. Es importante que identifiqués tus sentimientos y aquello que los genera.
• Cambiá el hábito de comer: parece simple pero no lo es. Si sos de los que le gusta comer a fuera, comé en lugares sanos, respetá los tiempos de comida eso hará que podás encontrarte lleno y dejarás de "picar".
• Hay alimentos anti hambre: zanahoria, el plátano, las verduras de hoja verde, los cereales integrales, los huevos, la carne, los calamares o los frutos secos, entre otros. Son alimentos que ayudan a la producción de serotonina y dan bienestar.
• Usá un plato más pequeño: aunque no lo creas así engañarás al cerebro y le harás creer que estás comiendo muchísimo.
• Tomá agua: si pensás que tenés hambre, tomá un vaso de agua. Es fácil confundir la sensación de sed con la de hambre. Además, beber antes de las comidas también contribuye a que te sientas llenas y no abuses en la mesa.
• Comé alimentos crudos: incluí en tus comidas alimentos crudos que te obliguen a la masticación y ralenticen el ritmo de la comida, como zanahorias, palitos de apio, frutos secos.