10 diciembre, 2025
Bienestar
Usar pantallas forma parte de la vida diaria, pero en la niñez el exceso está generando cada vez más problemas de salud. Pediatras y organismos internacionales señalan que cuando un niño pasa muchas horas frente a dispositivos se mueve menos, duerme peor, come peor y está más expuesto a publicidad de alimentos poco saludables, lo que aumenta el riesgo de sobrepeso y trastornos emocionales[8].
La especialista en pediatría Lucía Galán explica que el uso intensivo de pantallas se asocia con irritabilidad, ansiedad, dificultades para dormir, rabietas y problemas en las relaciones sociales[8]. Por eso recomienda una "educación digital" clara antes de entregar cualquier dispositivo: definir dónde no usarlo (en el dormitorio, en la mesa, en restaurantes o en el parque) y cuándo evitarlo (especialmente antes de dormir), además de establecer tiempos limitados, consensuados y siempre supervisados por personas adultas[8].
Un punto clave que podés aplicar en tu casa es priorizar alternativas fuera de la pantalla: lectura, juego libre, música, manualidades, paseos al aire libre y juegos de mesa. Salir, aunque sea a la acera, a la plaza del barrio o al patio, ya suma minutos valiosos de luz natural y movimiento, factores que protegen la salud visual y reducen el sedentarismo en la niñez[8].
Si vivís en ciudad y sentís que no hay grandes parques cerca, no te preocupés: lo importante es garantizar ratos diarios al aire libre y no dejar que las pantallas reemplacen el juego activo. Como persona adulta, tu ejemplo cuenta mucho: acordar reglas sencillas, coherentes y que todos en la casa respeten ayuda a que las niñas y los niños desarrollen una relación más sana con la tecnología y, a la vez, cuiden su cuerpo, su sueño y su bienestar emocional.