Durante el embarazo, la mujer enfrenta muchos cambios, entre ellos el incremento del volumen sanguíneo para satisfacer las necesidades en el desarrollo y nutrición del feto.

Debido a este incremento se pueden producirse ciertas molestias típicas del embarazo, como desmayos, hemorroides, dolor de cabeza, cansancio generalizado, palpitaciones y taquicardias.

Hablemos de este último. La taquicardia asociada al embarazo suele producirse en el primer trimestre del embarazo, siendo más acentuadas en el segundo y pudiendo haber picos de gran malestar entre las semanas 28 y la 32. El corazón tiene que trabajar cada vez más debido a que el feto se encuentra en constante desarrollo.

A medida que el feto está más formado y es más grande, más esfuerzo tiene que hacer el corazón materno, aumentando así la frecuencia cardíaca.

Como medidas preventivas la principal es evitar engordar demasiado; ya sea por los atracones o porque se coma por estrés, es habitual que las mujeres embarazadas ganen unos kilos de más.

Dado que el feto se encuentra en pleno desarrollo no se le debe privar de nada, no obstante, tampoco se debe abusar de la comida. Cuando se engorda se adquiere grasa visceral, la cual oprime los órganos y dificulta el trabajo del corazón.

La taquicardia, aunque puede ser leve en algunas mujeres, si no se evalúa ni controla podría ser indicativa de un problema serio que requiera intervención. Algunas patologías cardíacas u hormonales, como el hipertiroidismo, podrían explicar la aparición de la taquicardia en la embarazada, y sería necesario recetar fármacos que disminuyan la frecuencia cardíaca.